02 mayo 2010

OLE THORSON


 Texto Nieves Peña Martos / Imagen Llibert Teixido

En esta ocasión vamos a hablar de una de las personas de referencia para nuestra entidad, Ole Thorson, presidente de la Federación Internacional de Peatones (IFP) y de la asociación Prevención de Accidentes de Tráfico (PAT). Nacido en Copenhagen en 1941 donde se formó como Ingeniero de Caminos, su trayectoria profesional ha estado siempre muy ligada a la seguridad vial, a la movilidad sostenible y a los derechos de los peatones, tanto en Dinamarca, donde realizó diversos estudios y análisis para la seguridad en las carreteras, como en Barcelona, donde reside desde los años 70 y donde dirigió el área de circulación del Ayuntamiento durante casi nueve años.

Su compromiso con los derechos de los peatones y con la reducción de los accidentes de tráfico es absoluta, algo que le ha llevado a ofrecer interesantes observaciones en esta dirección, según Thorson “las zonas urbanas, por lo general, no están pensadas o diseñadas para atender a los peatones, especialmente en lo concerniente a tres temas: el ancho de muchas aceras no permite que dos personas se crucen sin molestarse la una a la otra; hay un gran número de obstáculos en las aceras, incluidos los vehículos que quedan estacionados allí durante horas; y, por último, no se solucionan de forma cívica los movimientos de cruce entre peatones y vehículos en las intersecciones”.

En este sentido le preocupa la inseguridad de los pasos de peatones, "pintar un paso de peatones en la calzada de los vehículos no ha resultado una medida suficientemente segura. Hay conductores que no respetan el espacio compartido y arrollan a los peatones, con resultado de lesiones graves y muertes. Y se observa además otro problema añadido ya que parte de los técnicos no entienden que el peatón necesita desplazarse con una trayectoria bastante lineal y recta, lo que condiciona la ubicación del paso de peatones dentro del espacio urbano".

La actitud al volante es clave, según Thorson "parte de los conductores considera que la calzada es suya y que los límites de velocidad son orientativos. Tienen prisa y esta percepción convierte todo lo demás en un obstáculo. Nuestras sociedades premian al que llega primero y hay que lograr que cambie dicha apreciación. Debemos ceder el paso a los demás". Ante este tipo de situaciones de difícil solución la solución es clara, "la ciudad debe atender primero al peatón. Cada proyecto urbano debe incluir el número estimado de peatones junto con el de pasajeros de bus. Sin estos datos no se podrá planear un resultado eficaz... El proyecto de una calle debe empezar en la fachada, definiendo las aceras necesarias bajo el lema “Pensar Peatón”.
En aquellos lugares en los que no existe la posibilidad de planificar "aceras generosas, carriles para bus y ciclistas, áreas verdes y carriles de circulación con refugios para los peatones entre ambos sentidos de circulación", algo que con frecuencia sucede en nuestra ciudad, "resulta necesario agrupar los diferentes usos en espacios compartidos, solución que solamente puede arrojar un resultado aceptable, seguro y sostenible si se ajustan las velocidades de los usuarios que comparten este espacio. De aquí proviene la recomendación de conferir un nuevo uso al espacio público, adaptándolo principalmente a los humanos y no a las máquinas".

En base a este interesante punto de vista enuncia unas exigencias mínimas que los ciudadanos deben cumplir para lograr una ciudad basada en la movilidad cívica:

El espacio de las aceras es para los peatones, éstos tendrán la prioridad al cruzar.

La mayoría de las calles urbanas serán locales, con velocidad máxima de 30 Km/h. Esta situación permite que conductores y ciclistas compartan la movilidad con riesgo controlado y que el cruce de peatones sea más seguro.

No existe el derecho a aparcar en la calle. Cada propietario debe disponer de garaje en el origen y el destino del viaje.


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